10. CUENCA. HOZ DEL JÚCAR. PLANTAS DE LA RIBERA IZQUIERDA

100 libros para conocer Cuenca


Francisco Piñas Amor

Cuenca, 1995. Diputación Provincial/Ayuntamiento de Cuenca, 589 pp.


Un trabajo científico y divulgativo de considerable importancia. Con la escrupulosidad y detallismo del amanuense más estricto, el autor camina milímetro a milímetro por el ámbito geográfico inmediato a la ciudad de Cuenca (más aún: la ribera izquierda del Júcar) para describir la estructura física, los animales y las plantas, dibujándolos con una pasmosa habilidad y aportando la descripción científica de cada uno de ellos.

Para llevar a cabo este ingente trabajo, el autor estuvo comprobando en el propio lugar, entre 1976 y 1987, la realidad de estos seres vivos a lo largo de la estrecha franja de terreno que discurre entre la pared rocosa y el río mediante la exploración directa, siguiendo el recorrido metro a metro y deteniéndose en cada uno de ellos, para volver una y otra vez en busca del detalle definitivo para establecer las circunstancias de estas plantas que, “tan metidas en la carne de Cuenca, es una vegetación autóctona de por milenios y está puesta, precisamente, a mano de los que en esa ciudad se detengan”.

Francisco Piñas (Elda, Alicante, 1925 – Cuenca ) llegó a la ciudad por motivos profesionales y en ella se afincó de manera definitiva. Su interés natural por la geografía y la biología le llevó a inspeccionar detalladamente el espacio natural inmediato, con observaciones que fue desgranando en varios artículos difundidos en la prensa local y que finalmente desembocaron en este excepcional volumen. La naturaleza, en general, y la botánica, en particular (con especialísima dedicación al mundo de las mariposas) han sido el eje conductor inspirador de sus trabajos, con una base primordial en el de campo, mediante la directa recogida de materiales, pero completándolo con la sabiduría aprendida mediante consulta en los libros especializados. Surge así un ingente acopio de documentación personal que se completa con sus propios dibujos, de una precisión admirable y que, en este libro, sustituyen con ventaja a las fotografías, adecuado recurso habitual en este tipo de volúmenes. 

Surge así un extraordinario volumen, que el autor quiso estuviera dotado de dos virtudes bibliográficas: ser manejable e inteligible, es decir, fácil de usar y de comprender, y para lograrlo aportó poco texto y abundancia de dibujos. Probablemente esos dos objetivos no se han conseguido: el grueso tamaño del libro (589 páginas) y la complejidad de las descripciones científicas, mediante fichas, no son dos mecanismos asequibles a todo el mundo. De esa manera, este recorrido por el tramo inicial de la Hoz del Júcar no resulta un volumen manejero, que uno podría llevarse a una excursión por el paraje; sí es, desde luego, un libro de consulta, de los que permanecen en los anaqueles de las bibliotecas para atender en cualquier momento a un interés concreto por parte de quien desee usarlo. Y, desde esa perspectiva, resulta un texto fundamental,  un compendio de riquísimo contenido científico, visual y descriptivo, con el añadido latente de la propia emoción que aporta el autor, quien con frecuencia rompe su aparente deseo de neutralidad narrativa para dejar aflorar los sentimientos que le producen tanta belleza vital concentrada en esos pocos kilómetros.

No son abundantes, sino al contrario, los trabajos de contenido científico o de difusión ecológica referidos a la provincia de Cuenca y ello a pesar de que la propia naturaleza circundante ofrece infinidad de ocasiones para que tales trabajos pudieran ver la luz. Por ello el libro de Francisco Piñas, aparte su enorme valor intrínseco, aparece dotado de evidentes condiciones de excepcionalidad, alcanzando la dimensión de ser uno de los volúmenes más valiosos de cuantos forman la intangible Biblioteca de Cuenca, en la que bien puede ocupar un lugar destacado, siempre dispuesto a dar respuesta a las variadas preguntas que en todo tiempo suscita la contemplación del ambiente natural que nos rodea y que el autor desmenuzó metro a metro, para sorpresa admirada de quienes contemplamos su obra impresa.




Comentarios