CUENCA EDIFICADA

El número 6 de nuestro listado 100 libros para conocer Cuenca es una obra colectiva:

CUENCA EDIFICADA
Varios autores

Madrid, 1983. Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid, 285 págs.

Este libro viene a ser la plasmación de una obra colectiva, tanto en el trabajo de campo como en el análisis y comentario de sus resultados. El origen hay que buscarlo en una iniciativa singular emprendida por el ministerio de Cultura en los inicios de la democracia, aquel tiempo ilusionante y en buena medida disparatado, en el que todo parecía posible, incluso acometer de manera ambiciosa la elaboración de un catálogo total de los bienes arquitectónicos (individualizados y en conjunto) distribuidos por la provincia de Cuenca. Algo que no se había hecho nunca y que cualquier persona con sentido común y percepción globalizada podía echar en falta, además de considerar su absoluta necesidad. Desde ese impulso, la administración estatal, entonces verdaderamente preocupada por conocer la situación real del país, antes de que empezaran a prodigarse los desbarajustes provocados por una pésima aplicación del estado de las autonomías, se puso en marcha la tarea de catalogar los elementos arquitectónicos que aún estuvieran en pie, datarlos, comentarlos y fotografiarlos. Sobre ese trabajo de campo, realmente meritorio, un equipo de arquitectos realizó un análisis en el que se aúnan a la vez las adscripciones históricas, los estudios técnicos y las implicaciones sociales de las obras pues, como se dice en varios de sus apartados, la arquitectura no tiene sentido si no está al servicio de un sentido utilitario, si las obras sirven para algo y son utilizadas en ello. Sobre aquel ingente material que ofreció datos e imágenes de más de 300 lugares de la provincia, el equipo de arquitectos comentaristas dividió su trabajo en varios apartados: “Casas, casonas, labranzas y otras”, “Las construcciones del trabajo”, “Edificios varios religiosos”, “El lugar defendido”, “Los edificios institucionales”, “Balnearios, ventas y posadas”, “El mobiliario del común” y “Las obras públicas”, además de dedicar capítulos específicos a los lugares de interés colectivo, como conjuntos a valorar: Alarcón, Belmonte, Beteta, Buendía, Cañete, Huete, Moya, Priego, San Clemente, Tejadillos, Uclés y Villanueva de la Jara y un apartado muy singular, lógico, a la ciudad de Cuenca. Desde esas páginas nos llega a este tiempo nuestro una visión panorámica de la provincia de Cuenca a través de sus construcciones, pero también una profunda meditación sobre las circunstancias, en ocasiones dramáticas, en que ese conjunto -nuestro patrimonio, a fin de cuentas- ha sido martirizado, sacrificado, destruido a fin de cuentas y de qué modo todavía sigue amenazado en buena parte, por la falta quizá de una sensibilidad colectiva y la ausencia de mecanismos de intervención protectora suficientemente sólidos para garantizar la pervivencia de cuanto ahí aparece. Por ello parece oportuno destacar un concepto esgrimido en el capítulo de introducción y con perfecta validez, quizá imperiosa validez, podríamos decir, en el momento actual: “Potenciar, hoy, una reflexión sobre lo construido, es algo más ambicioso que la reducción –aún encomiable- a Paradores Nacionales de los monumentos declarados e implica una actitud bien distinta ante el hecho del espacio edificado, ante el contenedor abandonado y habitable o ante su acondicionamiento social frente al derribo o el transformismo”. Reflexión, siempre necesaria, no siempre practicada, que en el caso de los bienes patrimoniales, la Cuenca edificada y construida, nos surge ante la vista y el pensamiento a cada ocasión en que la mirada descansa sobre un lugar en trance de ruina, un edificio injustamente maltratado, preterido en su vocación inicial, aquella para la que fue definido por quienes impulsaron la obra. Las página de este libro nos suscitan no pocos momentos para la reflexión, el análisis y la crítica.

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