Cuatro décadas leyendo Cien años de soledad.

“El alcalde de Aracata quiere cambiar el nombre de este municipio por el de Macondo”. El día que leímos este titular en la prensa, muchos nos dimos cuenta de la verdadera importancia de Cien años de soledad. Cuántas novelas escritas a lo largo de la humanidad, cuántas ciudades inventadas, cuántos países creados, y el alcalde del pueblo colombiano que inspiró la gran novela de Gabriel García Márquez se cerciora casi medio siglo después de publicarse la obra, que en realidad no se llama como aparece en el mapa, en las señales de tráfico o en los documentos oficiales, sino que se llama Macondo. Fue tras un viaje a Europa, en el que aseguraba que le preguntaron más por Macondo que por Bogotá o Medellín, donde el alcalde, que sometió a referéndum el cambio y lo perdió, concibió la idea como una oportunidad de desarrollo turístico.
Y es que Cien años de soledad no solo se ha convertido en la gran novela del siglo XX, sino que se asegura que es una especie de segundo Quijote para la Literatura Universal. La primera frase, (“Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía habría de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo”), se sitúa a la altura del inició más célebre de literatura hispánica: “En un lugar de La Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme...”. Prácticamente todos los encuestados, todos los entrevistados, suelen coincidir en la indiscutible relevancia de la novela de “Gabo”, como se le conoce cariñosamente; incluso los máximos detractores del autor, incluso aquellos que no se la han leído pero la conocen, reconocen el hecho. Aparte, más de 30 millones de ejemplares vendidos y la traducción a más de 40 idiomas apoyan la relevancia de la novela que dio vida a los Buendía, familia marcada por el caos, por la lujuria, por la humanidad, que habitan un mundo que se mueve entre lo real y lo onírico.
Fue en junio de 1967 cuando apareció la primera edición publicada en la Editorial Sudamericana (Buenos Aires), y adquirió tal fama que se vendió vertiginosamente. En apenas 15 días se agotó la tirada inicial de 15.000 ejemplares. Una segunda edición de 10.000 ejemplares dejó a la editorial sin papel y sin cupos de imprenta, por lo que durante dos meses en América Latina todo el mundo hablaba de Cien años de soledad sin que nadie pudiese comprarla al no estar en las librerías.
Fue también en ese contexto cuando contribuye, junto a otras novelas, a catapultar a los escritores latinoamericanos y a consagrar el realismo mágico, asociado a esa región y a esa época, en todo el mundo: fue lo que se conoció como el “boom” de la literatura hispanoamericana
El arte de contar historias tiene uno de sus exponentes en 40 años después de su publicación y 25 desde que Gabriel García Márquez recibiese el Premio Nóbel, Cien años de soledad, así como el resto de la obra del escritor colombiano, vuelve a convertirse en objeto de reclamo para los amantes de la literatura.

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