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La última novela de la escritora Ana Belén Rodríguez Patiño es una novela negra ambientada en su tierra, Cuenca.

Comienzo impactante

El arranque de la novela es un asesinato, y no cualquier asesinato: el cuerpo de un hombre aparece colgado del Puente de San Pablo, un comienzo muy impactante porque además, el cuerpo aparece colgado de un pie y con signos de violencia, de manera que no hay ninguna duda de que ha sido un asesinato y no un suicidio. 

Se trata de un empresario vasco jubilado, Mikel Gorriz, que se había trasladado a Cuenca hacía tan solo un año. Pasan seis meses desde que aparece el cuerpo, y su hermano, impaciente por la falta de resultados de la investigación policial, contacta con el protagonista, un sujeto que tiene un trabajo peculiar, mitad detective privado, mitad mercenario, solucionador de todo tipo de problemas, que trabaja con un socio que está muy bien relacionado con las altas esferas y es el que le proporciona los clientes. 


Protagonista carismático

El protagonista no desmerece al clásico detective de la novela negra Este protagonista se hace llamar Erik Brandon, aunque es un seudónimo, y es él quien nos cuenta esta historia en primera persona. Brandon es todo un homenaje al detective clásico de novela negra: usa la ironía tanto en sus conversaciones con los demás como en sus reflexiones, que ha conocido los bajos fondos y está o pretende estar de vuelta de todo, pero al que le guía un sentido de la honradez y de la justicia que le hace insobornable y a su pesar, sensible hacia el dolor de los demás. 

Tras una breve introducción sobre su vida, y sobre cómo este personaje ha llegado a ser quien es, la historia nos lleva a Cuenca.  Allí Brandon empieza a investigar qué ha podido pasar con ese empresario vasco que a penas tenía conocidos ni vida social en Cuenca, y del que solo tiene cuatro datos. Empieza a contactar con la policía, con un periodista, con la viuda… y a través de estos personajes secundarios comienza a unir las piezas del puzle. 

La historia

La historia está contada con mucha agilidad, con capítulos breves. La narración se detiene lo justo en reflexiones del personaje o en las descripciones del entorno que son muy precisas y ayudan a enmarcar la historia sin lastrar el ritmo. 

Los diálogos también son concisos, están ajustados a una narración que se centra en el avance de la acción y son verosímiles, reflejando el habla coloquial, y en ocasiones además suponen un intercambio ingenioso de dardos envenenados entre el detective y su interlocutor. Además, es todo un acierto que la forma de hablar de los personajes se ajusta al hablar de los conquenses con giros propios de nuestra tierra, en secundarios como el taxista, los camareros. 

Crítica social


Como en toda novela negra que se precie, hay una crítica a la sociedad, en general y también en particular hacia la sociedad conquense La autora conoce muy bien la actualidad conquense y el carácter de sus paisanos, y no evita reflejarlo... Por ejemplo se observa una cierta tendencia a la pasividad o al abandono, observa que en algunos aspectos ya queda poco de esa gloria pasada; en otra ocasión, o la falta de convicción, de energía para protestar de manera organizada, más allá de la barra del bar... 

Cuenca...

También hay momentos en los que este protagonista baja la guardia y nos regala reflexiones de un tono más lírico, melancólico y también un tono más trascendente. Igualmente, la autora no puede ocultar su amor por esta ciudad que la hace aparecer constantemente como un decorado casi mágico. La ciudad alta, el caso antiguo sorprende a los personajes en cualquier conversación, se abre paso mientras caminan o desde la ventana de cualquier edificio en el que se reúnen. 

De hecho ha explicado que la belleza de su ciudad, Cuenca, es lo único “no inventado” del libro. 

Además se aportan datos históricos y monumentales, pero de manera ágil, sin entorpecer el avance del argumento.  

Muy recomendable

Aunque parece un tópico, cuando se habla de novela negra, decir que es una novela que "engancha", hay que incluirlo en esta reseña y destacarlo, porque es verdad que atrapa, que vas teniendo cada vez más curiosidad por saber lo que ha pasado y por seguirle los pasos a este protagonista tan peculiar y con el añadido de que vas reconociendo rincones, locales, paisajes, e incluso personas o tipos de personas, que hacen que Cuenca sea un protagonista más y no solo una excusa.



Ana Belén Rodríguez Patiño (Cuenca, 1970) 
Es Doctora en Historia Contemporánea por la Universidad Complutense de Madrid. 

Ha publicado tres libros sobre la Guerra Civil en la ciudad de Cuenca: Del 18 de julio a la Columna Del Rosal, La revolución y la pugna ideológica, Guerra y represión en Cuenca (en 2003, 2004 y 2009 respectivamente) y ha escrito otro ensayo junto a Teresa Rico Alfosea, Las Cuatro Esquinas del Éxito (2011). 

También fue guionista de documentales sobre Guerra Civil, maquis, primer franquismo (2004-2008) para el Centro de Estudios de Castilla-La Mancha (Univ. UCLM) y fue profesora de la UNIR (Univ. Internacional de la Rioja) en Madrid. 

Escribió y dirigió monólogos cómicos en la sala alternativa madrileña Teatro de Las Aguas y en distintos Cafés Teatro (2000 y 2004). 

Donde acaban los mapas fue su primera novela (2013), y después ha publicado otras 5: 
Todo mortal, con la que ganó el Primer Premio de Narrativa Mujer al Viento 2015, de Torrejón de Ardoz. 
Publica su tercera novela en 2017, Las aventuras del joven Bécquer. Gustavo Adolfo y el misterio de los esqueletos andantes
El mensajero sin nombre (2018) en parte continuación de Todo mortal y en parte novela de misterio. 

Este año ha publicado dos novelas muy distintas: Yo soy Greta Garbo, biografía novelada de la mítica actriz de Holywood y La estética de los nadadores

Además, ha publicado también un poemario La ciudad que hay en mí (2015)
También ha dirigido varios talleres de literatura y participa con frecuencia en encuentros con lectores y clubes de lectura de bibliotecas. 

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